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María Magdalena: la mujer que fuiste antes de olvidarte

Creés que la conocés.
Porque alguna vez escuchaste su nombre en una misa, en una charla, en un libro ajeno.
Pero no.
No conocés a María Magdalena.
Y eso, aunque no puedas explicarlo, lo sentís.

Porque hay algo en vos que sabe que su historia fue contada a medias. Que fue usada, distorsionada, rebajada, dividida.
La pecadora. La redimida. La que llora a los pies del maestro.
Pero no. María Magdalena fue mucho más.
Y siguen ocultándola, porque si la recordás… también te vas a recordar a vos.

Yo no la elegí.
Ella me eligió a mí.
Y lo hizo en los símbolos que me cautivaban desde niña: las flores de lis bordadas, los colores vino y esmeralda, el cáliz que aparecía en los momentos clave de mi vida, como un mensaje silencioso del alma.

No hubo una revelación. Hubo un llamado lento, constante, inevitable.
La busqué en textos gnósticos, en cuevas de la Provenza, en rituales ancestrales, en sueños, en el cuerpo de otras mujeres que no sabían que también estaban repitiendo su historia.
Y un día, entendí.
No venía a hablar de ella. Venía a hablar con ella, desde ella, como ella.

Así nació María Magdalena: Creer para Ver.
No como un libro, sino como un acto de reparación.

Porque cuando no sabés quién fue, el alma camina con una herida invisible.
Repetís mandatos que no son tuyos.
Amás con miedo. Te achicás en tu propia voz.
Tu cuerpo sabe cosas que tu mente no logra nombrar, y sentís un fuego que no sabés dónde poner.

Te arrancaron a tu referente.
Te cortaron el linaje de las mujeres sabias, libres, apasionadas, poderosas.
Y en ese corte, te enseñaron a dudar de vos.

Pero cuando la recordás…
Cuando la nombrás desde el hueso y no desde la doctrina…
Todo cambia.

Se activa la voz.
La tuya.
Esa que no pide permiso.
La que ya no se disculpa por sentir profundo, por saber sin explicación, por sostener fuego en el pecho.
Se activa la sabiduría que no aprendiste, pero que siempre estuvo en tu sangre.
Y también se activa algo más difícil de explicar: la memoria del alma.

Esta sección no es un archivo.
Es un santuario.
Un espacio para resonar, llorar, arder, recordar.
Acá vas a encontrar fragmentos de mi libro, rituales, textos, activaciones, cursos y caminos que te invitan a reconectar con ella…
y con vos.

Porque Creer para Ver no es un título. Es un umbral.
Es lo que ella hizo cuando el mundo ardía.
Es lo que yo hago cada vez que la nombro.
Y es lo que estás haciendo vos ahora, al leer estas palabras.

No vinimos a repetir su historia.
Vinimos a continuarla.

Bienvenida al recuerdo.
Bienvenida al fuego.
Bienvenida al linaje de las que no callan más.